El derecho de arrastre (drag along) explicado para no juristas: lo que todo fundador de startup debe entender
En el ecosistema startup, especialmente a medida que crecen y buscan financiación, surgen cláusulas que pueden parecer complejas pero son determinantes en el futuro de la empresa.
Una de las más relevantes es el derecho de arrastre, conocido en inglés como drag along.
Esta cláusula, típicamente incluida en los pactos de socios o estatutos, merece ser entendida sin tecnicismos, porque sus efectos pueden ser decisivos para fundadores e inversores.
¿Qué es el derecho de arrastre?
El derecho de arrastre otorga a uno o varios socios mayoritarios la facultad de obligar a los socios minoritarios a vender sus participaciones en caso de que se decida vender la empresa a un tercero.
En otras palabras, si un inversor o adquirente quiere comprar el 100% del capital, los socios mayoritarios pueden «arrastrar» a los minoritarios para que también vendan.
Esto evita que una minoría bloquee una operación estratégica de salida, como puede ser una venta total de la startup, una fusión o incluso la entrada de un nuevo socio mayoritario.
El objetivo es garantizar la alineación y liquidez en los escenarios de desinversión.
Fundamento legal y encaje normativo
Esta figura no se encuentra expresamente regulada en la Ley de Sociedades de Capital (Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio), pero se admite ampliamente en la práctica societaria española como parte de los pactos parasociales, amparados por el principio de autonomía de la voluntad (artículo 1255 del Código Civil).
Asimismo, el artículo 29 de la LSC reconoce expresamente la validez de los pactos que complementan lo previsto en los estatutos, siempre que no sean contrarios a la ley, a la moral ni al orden público.
Por tanto, la cláusula de arrastre se puede pactar válidamente entre socios, y sus efectos se pueden proyectar a terceros si se inscriben en los estatutos sociales.
Para que el drag along sea oponible a todos los socios —incluidos los futuros— y al órgano de administración, es recomendable su elevación a público e incorporación estatutaria, sin perjuicio de que inicialmente se articule en el pacto de socios.
¿Por qué se incluye esta cláusula en las startups?
El derecho de arrastre se negocia con frecuencia en rondas de inversión. Los inversores, especialmente los fondos de venture capital, quieren asegurarse de que podrán recuperar su inversión y obtener una rentabilidad si aparece un comprador para la empresa.
Para ello, necesitan tener la certeza de que podrá venderse el 100% del capital.
Desde el punto de vista del fundador, aunque pueda parecer una cláusula agresiva, también tiene ventajas: permite cerrar una venta sin que socios minoritarios bloqueen la operación por intereses personales o falta de alineación con el proyecto.
Además, permite diseñar estrategias de exit claras y previsibles, mejorando la bancabilidad del proyecto y su atractivo para inversores institucionales.
Aspectos clave que conviene revisar
- Qué porcentaje activa el arrastre: lo habitual es que se requiera un umbral alto (por ejemplo, el 75% o el 80% del capital social) para ejercer el arrastre. También puede pactarse que solo determinados socios (como los inversores profesionales) puedan iniciar el procedimiento.
- Condiciones de venta: los socios arrastrados deben recibir el mismo precio, forma de pago y condiciones contractuales que los socios mayoritarios (principio de igualdad y no discriminación).
- Procedimiento: conviene regular el procedimiento con claridad: cómo se notifica, plazos para la aceptación, documentación que debe aportarse y consecuencias del incumplimiento. En muchos casos se autoriza al presidente del consejo o a un apoderado a formalizar la venta en nombre de los socios remisos.
- Interacción con otros derechos: debe coordinarse con otros pactos, como el derecho de acompañamiento (tag along), para evitar conflictos o duplicidades. Es habitual que el tag along se aplique en operaciones parciales y el drag along en ventas totales.
- Protección de minoritarios relevantes: en algunos casos, se excluye de la aplicación del drag along a fundadores clave o empleados con participación significativa, salvo que se les ofrezcan condiciones reforzadas.
Más allá del papel: efectos reales en una startup
Aceptar una cláusula de drag along sin entender sus implicaciones puede dejar al fundador o a un early employee sin margen de decisión ante una venta.
Por eso, es fundamental:
- Negociar bien los umbrales y el procedimiento.
- Asegurar que haya condiciones justas para todos los socios.
- Evitar que se use el arrastre en perjuicio de los fundadores o empleados con equity.
Una redacción ambigua o desequilibrada puede derivar en conflictos, impugnaciones o incluso en la nulidad de la operación, si se vulneran principios básicos como la buena fe contractual o la igualdad de trato.
Un buen asesoramiento jurídico en este punto es clave para equilibrar intereses y preservar la cohesión del cap table.
Lo que puede marcar la diferencia
En un entorno de crecimiento acelerado, las decisiones societarias bien estructuradas marcan la diferencia entre una startup que escala y una que se desintegra por conflictos internos.
El derecho de arrastre, bien diseñado y comprendido, es una herramienta para facilitar salidas ordenadas, evitar bloqueos y generar confianza entre inversores y fundadores.
No se trata de firmar «porque todos lo hacen», sino de entender cómo impacta en el control del proyecto y en el retorno de quienes apostaron por él desde el principio.
Un drag along bien pactado permite cerrar operaciones con agilidad, sin litigios ni incertidumbre, consolidando la profesionalización del proyecto empresarial desde su base societaria.

RRYP Global, abogados de derecho mercantil y societario.